Variedad lingüística
La variedad
lingüística hace referencia a la diversidad de usos de
una misma lengua según la situación comunicativa, geográfica o histórica en que
se emplea y según el nivel de conocimiento lingüístico de quien la utiliza. Así
pues, en función de la variable que interviene, se distinguen cuatro tipos de
variedades: las variedades funcionales o diafásicas (los registros de
lengua), las variedades socioculturales o diastráticas (los niveles de
lengua), las variedades geográficas o diatópicas (los dialectos) y las variedades históricas o diacrónicas.
1. Las variedades socioculturales o diastráticas (los niveles lingüísticos) son las diferentes formas de usar una lengua según el nivel de instrucción del hablante y su estima hacia el idioma. Estas variedades de la lengua también reciben el nombre de sociolectos. Según cual sea el grado de dominio que un hablante posee del código lingüístico y del discurso se distinguen tres niveles de lengua: el nivel alto o culto (variedad social que se caracteriza por el uso de recursos lingüísticos diversos y elaborados), el nivel medio (variedad con un grado medio de conocimiento del idioma) y el nivel bajo o vulgar (variedad social definida por el escaso dominio de la lengua). Entre la variedad diastrática y la diafásica se da una determinada relación, por cuanto esta se ve condicionada por aquella: un hablante que posee un nivel culto de la lengua es aquel que es capaz de utilizar el registro más apropiado para cada situación de comunicación; en cambio, un hablante con un nivel vulgar emplea siempre del mismo modo —el único que conoce— la lengua, independientemente de las condiciones de la comunicación. El uso de vulgarismos pone de manifiesto el poco grado de instrucción lingüística de un hablante: por ejemplo, el empleo de palabras mal formadas ([amoto]) o de enunciados agramaticales revelan desconocimiento del sistema de la lengua.
2. Las variedades funcionales o diafásicas (los registros) son las modalidades lingüísticas que se eligen determinadas por la situación de comunicación. Según el medio empleado (oral o escrito), la materia abordada (corriente o de especialidad), según la relación que exista entre los interlocutores (de solidaridad o jerarquía) y la función perseguida, se distingue entre diversos registros: registro coloquial, formal, familiar, especializado, elaborado, espontáneo, etc.; los registros especializados han sido denominados también tecnolectos. Entre las variedades funcionales o diafásicas se encuentran además las jergas (variedad utilizada dentro de una profesión determinada) y los argots (variedad característica de un determinado grupo social: argot juvenil, argot del hampa, etc.).
3.
Las
variedades geográficas o diatópicas (los dialectos) son los usos lingüísticos que se emplean en un
determinado territorio. En español, los dialectos meridionales (andaluz,
extremeño, murciano, canario, español de América) presentan rasgos lingüísticos
diferenciados de las variedades regionales septentrionales: por ejemplo, la
curva entonacional, el seseo y la aspiración de la h y la s, o el uso de un
léxico propio de cada zona geográfica.
4.
Las
variedades históricas o diacrónicas constituyen realizaciones de la lengua que
caracterizan una determinada etapa de su historia. En la historia de la lengua
española, se distingue entre el español arcaico (ss. X-XII), el español medieval (ss. XIII-XV), el español clásico o del Siglo de Oro (ss. XVI-XVII),
el español
moderno (ss. XVIII-XIX) y el español actual.
Desde un punto de
vista individual, la variedad que define a un hablante particular, en cuanto a
su profesión, edad, sexo, nivel de estudios, procedencia social y geográfica
constituye su idiolecto.
El estatus que
adquieren determinados fenómenos lingüísticos no tiene por qué coincidir en los
distintos dialectos o variedades geográficas, ni en las distintas variantes
diacrónicas: por ejemplo, un hecho lingüístico como el queísmo (la supresión de
una preposición delante de la conjunción que), que en el español
peninsular puede ser categorizado como vulgarismo (como una variante
diastrática), en el español de América tiene un estatus dialectal (como peculiaridad
geográfica) o incluso diafásico (realización característica del registro
coloquial de la lengua); el voseo, por su parte, caracteriza determinados
subdialectos del español de América, y constituye al mismo tiempo una variedad
diacrónica del español peninsular.
En didáctica de la
lengua, cabe plantearse sobre todo qué variedad de lengua enseñar y en función
de qué criterios. El estudio de las distintas variedades lingüísticas
contribuye al desarrollo de la competencia sociolingüística del aprendiente. Dominar una
lengua no consiste solo en conocer su sistema abstracto sino también las
distintas realizaciones de este sistema en cada circunstancia concreta de uso.
Para llegar a disfrutar de un nivel culto de la lengua española se requiere,
pues, conocer sus distintas variedades lingüísticas, tanto diafásicas como
diatópicas, que hacen de ella una lengua de gran cultura.